jueves, 27 de marzo de 2014

El mal tiempo lo lleva marcando el reloj muchos años.


Yo todavía no he escuchado a nadie decir
sinceramente
"gracias por no venir"

la de cosas que habríamos roto
a fondo
si hubiéramos aparecido alguna vez
donde no lo hicimos

que te abran la puerta
y te abracen
(esto es tan hipotético que no existe)
agradeciéndote las putadas que no has hecho
sin querer
o con esfuerzo;
tiene que ser bonito

somos pensamientos aleatorios
como las canciones del móvil
hechos para hacer mucho daño

que te digan "qué viento hace"
cuando casi se te está peinando el pelo
mientras deseas volarte por la calle
y sigues pegada al suelo
y a un chicle

todos fuerzan sonrisas
risas nerviosas
mientras se les vuelve del revés el paraguas
al cruzar el semáforo
e intentan arreglarlo apresuradamente
para que no les pite un coche
cuyo conductor esa noche no ha follado,
y volver a su gris anonimato
de paraguas dóciles
y ropa seca

y juro que voy a pararme a aplaudir
cuando alguien tire el suyo en medio del paso de cebra
con un conciso y adecuado
"me cago en la puta"
se arregle la chaqueta mojada
y se vaya
entre muchos pitidos
porque ahora hacen falta más personas
con sincera mala leche
y más lluvia

el ser humano merece la pena
cuando deja de intentar merecer la pena
y se ríe

y joder,
que estamos mucho más guapos
cuando somos unos hijos de puta
que roban cucharadas de postre cuando no miran
y se encienden pitillos a escondidas en el baño
y dejamos de preocuparnos de la vida
un rato
cuando nos abren la puerta
y nos abrazan
preguntando
qué narices hacemos allí.

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