sábado, 28 de junio de 2014

Adiós de bar sin carretera.


Podemos elegir en qué creemos o en qué necesitamos creer.
Quizá por eso nadie tenga fe.

Podemos elegir que el miedo sea una pistola apuntando al corazón. Una mirada y un "te quiero" que se disuelven en el aire como el veneno se disuelve en el último trago. Podemos elegir abandonarnos sin explicaciones a un recuerdo de tiempos mejores. Y ambos sabemos que los mejores tiempos estaban cargados de dolor.

Puedo elegir mirar cómo te disuelves en el veneno de la distancia. Que el humo de tu cigarro se retuerza entre tus labios al igual que lo hace la pena en mis dedos cuando te escribo durante horas, sabiendo que nunca podrás leer cómo intento cicatrizar acantilados en nuestra memoria.

Puedes elegir confiar en mí. Puedes elegir creer que te quiero con la fuerza de todos los demonios que me obligaron a alejarme de ti, creer que solo necesito tu abrazo para recomponer mi vida.

Elegí morir para que tú vivieras. Elegí el silencio antes que gritarte entre sollozos la verdad que nunca diría y ya te he dicho muchas veces. Te elegí a ti antes que a mí.

Y tú elegiste aceptarlo. Elegiste borrarme de tu cuerpo sin explicaciones para reemplazarme por otras risas y  perfumes de mujer. Elegiste la cerveza de los bares que me observaron huir corriendo de nosotros. Elegiste aceptar con sencillez que yo ya no estuviera.

Ojalá seas tan feliz con tu elección como doloroso es mirarte en unos ojos que ya no sonríen.

Ojalá seas feliz.

Podemos elegir a quién queremos o a quién necesitamos querer.
Quizá por eso yo no pueda querer a nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario